La Iglesia Católica reclamó a la sociedad levantarse contra las fuerzas dominantes y a la clase política acuerdos para mejorar la calidad de vida de los tucumanos, para desterrar prácticas tales como el clientelismo y propiciar cambios en el sistema electoral.
En el Tedeum realizado en la Catedral, el arzobispo Carlos Sánchez leyó su mensaje ante las principales autoridades provinciales. El gobernador, Juan Manzur; el vice, Osvaldo Jaldo; el intendente Germán Alfaro y el presidente de la Corte, Daniel Leiva, entre otros, siguieron con atención la palabra del prelado.
Monseñor Sánchez inició su alocución con una súplica: “Desde la tierra de la Declaración de la Independencia Argentina volvemos a clamar: “Jesucristo, Señor de la Historia te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados, precisamos tu alivio y fortaleza. Jesucristo, Señor de la Historia te necesitamos. Queremos ser Nación. Una Nación para todos, con una Argentina fraterna y solidaria, pacificada y reconciliada”. Y prosiguió: “Que el Señor de la Historia nos conceda su gracia y fortaleza para madurar una fraternidad auténtica, con gestos solidarios tanto del sector público como del privado. La Argentina sólo va a crecer con el esfuerzo, la unidad y la solidaridad de todos los argentinos”.
Luego, el titular de la Iglesia Católica se refirió a la grave situación social y política de la Argentina, y de Tucumán en particular. Para ello, pidió a los ciudadanos que dejen la comodidad del anonimato para convertirse en ciudadanos “responsables” del país. “En cada nación, los habitantes desarrollan la dimensión social de sus vidas configurándose como ciudadanos responsables en el seno de un pueblo, no como multitud arrastrada por las fuerzas dominantes”, planteó. Y se explayó para justificar su concepto: “La multitud es el refugio secreto donde cada uno puede disimular, esconder lo que lleva dentro, lo mejor y lo peor. La enfermedad de la multitud es el desconocimiento, el anonimato y la indiferencia. Siendo así la multitud cae muy fácilmente en manos de prácticas demagógicas, presiones indebidas, como el clientelismo y la dádiva, que desvirtúan su profundo significado y degradan la cultura cívica y la dignidad personal”.
Aunque sin menciones explícitas, Sánchez aludió al clientelismo que se vio en las elecciones provinciales del 11 de junio. “Lamentablemente seguimos siendo cautivos de estas prácticas en nuestra sociedad y que fuimos testigos últimamente. Que no se naturalicen esta clase de opresiones… En cambio, la democracia es un sistema que promueve la dignidad de la persona humana y se sustenta en la realidad de ser pueblo”, contrastó.
Por eso, según el arzobispo, se necesita pasar de una democracia representativa a una democracia participativa, “con la correspondiente pluralidad, no dejando a nadie afuera; afrontando las deudas pendientes de la democracia”. “Es importante recrear la política y el ejercicio del poder en clave de servicio para que nuestra democracia, basada siempre en la soberanía popular y en la división de poderes, sea auténtica y representativa de los intereses del pueblo. El poder siempre es servicio, de lo contrario, se corrompe”, sentenció.
“Sabemos el descrédito que tiene en nuestra sociedad la clase política. Hay algunos hermanos que cuestionan el sistema democrático, pero no debemos claudicar, es el marco y estilo de vida que hemos elegido tener. Pero necesitamos verdaderos pasos de conversión. Por eso es importante, para seguir defendiendo la democracia educar en el auténtico civismo, en los verdaderos valores de la democracia como servicio al bien común, la recuperación de la ética social, la legalidad y la moral pública, para que el sistema democrático pueda defenderse de los males que hoy la desprestigian”, expresó.
Casi al cierre, monseñor recordó que la mayoría de los candidatos a gobernador que compitieron en junio firmaron con la Pastoral Social y la Mesa de diálogo un compromiso para intentar revertir flagelos que afectan a los tucumanos, “poniendo todo el empeño en salir de esta crisis y hacer más digna la vida de cada uno y de la sociedad”.
Esos lineamientos “fundamentales e irrenunciables” sobre políticas públicas, según Sánchez, son la lucha contra la pobreza y la exclusión, contra la corrupción y la impunidad, contra el narcotráfico y la inseguridad, por el acceso de todos a la salud y al agua potable, a la educación integral y al trabajo digno. También comprende el cuidado del medio ambiente, la ética y la transparencia en la cosa pública; la austeridad en la gestión del Estado y el cambio en el sistema electoral.